Los Bancos de Alimentos surgen como una idea solidaria de personas anónimas para atender las necesidades alimentarias de otras más desfavorecidas, pero también como exponente práctico de que la generosidad para con los demás es un bien universal y un valor de cohesión de la sociedad en las situaciones en que los hombres -mujeres y varones- más necesitan de los demás.
La actual situación ha hecho que la demanda sea cada vez mayor, que el número de Asociaciones que se atienden sea creciente y que muchas personas dediquen cada vez más tiempo y esfuerzo en hacer llegar a los demás, envueltas en el cariño y el respeto, lo más esencial para la subsistencia. Este hecho fundamental no puede hacer olvidar que, a más de ello, aunque sea en muy pequeña medida, luchamos para hacer crecer la semilla de la solidaridad en la sociedad, trabajamos para que muchos kilos de alimento no terminen en el vertedero y, lo que es más importante, para sentir que muchas personas, independientemente de nacionalidades, credos o ideologías, se unen en el compromiso de ayudar a los demás. En este sentido el Banco de Alimentos es grande porque lo forman Voluntarios, personas que dan una parte del sentido de su vida en la ayuda a los demás. En ese servicio es en el que cobra toda su extensión el cariño y el respeto al que ante aludíamos.
Hace varios años, algunas capitales europeas tuvieron la iniciativa de crear un movimiento ciudadano tendente a sensibilizar a la ciudadanía sobre la importancia de su aportación solidaria, concretada en forma de entrega de pequeñas cantidades de alimentos no perecederos para, entre todos, crear una gran masa alimentaria con la que atender las necesidades en sus zonas. Surgió la Gran Recogida de Alimentos que, poco a poco, se ha ido extendiendo y hoy se realiza en las mismas fechas en toda la geografía española.
La Gran Recogida de Alimentos del pasado año generó la posibilidad de repartir durante los siete primeros meses de este año doscientos sesenta mil kgs. de arroz, garbanzos, judías, lentejas, azúcar, pasta, aceite, etc… que, han ido a parar a las mesas de comedores sociales, de residencias de ancianos, de centros de acogida, de reinserción de toxicómanos, de guarderías y de otras muchas entidades de beneficencia que ayudan a familias y a personas en riesgo de exclusión social. En definitiva, si no han podido llegar a dibujar una sonrisa en muchos rostros sí que han contribuido a aligerar el peso de la desesperanza en el corazón de muchas personas.
Ello ha sido posible gracias a la labor de muchas, muchísimas personas, que han dedicado parte de su tiempo a atender los puntos de recogida instalados en centros comerciales, supermercados, tiendas de alimentación, etc…, han visitado colegios y organizado en sus empresas acciones que han contribuido a hacer realidad el que muchos pocos formamos un mucho.
Este año estamos empeñados en crecer, en generosidad y en recogida, y para eso necesitamos ser más; queremos hacer que la última semana de Noviembre sea la Semana de la Solidaridad, queremos hacer de la Gran Recogida una fiesta que vivamos como amigos, como familia… y para ello vamos a propiciar que sean familias enteras, grupos de amigos, etc… los que formen equipos de voluntarios que atiendan uno o varios puntos de recogida, que compartan entre ellos, con sus hijos, sus nietos, sus hermanos, sus cuñados, sus amigos, la importancia de ver en los demás la trascendencia de su aportación de voluntariado.
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