CRÓNICA POR UN PRESIDENTE

Carlos  = AMOR3  ?:

Amor por ser una de tus últimas palabras;

al cubo por las mujeres de tu vida

e infinito por la huella que dejas.

Hoy hemos dado el último adiós a Carlos, nuestro presidente en AGAE. En sus últimos momentos antes de la sedación, nos pedía que su despedida no fuera triste, que sonriéramos (como pedía BP ante la adversidad), que acompañáramos a su familia (no cabía un alfiler en la sala) y que cantáramos, lo que la Guilda Musical ha hecho para uno de sus miembros cantarines, no sin quebrárseles la voz.

Se fue con una sonrisa y viendo a sus seres más queridos cerca antes de cerrar los ojos para siempre. ¡Qué ejemplo hasta el último momento!

Y en el acto de despedida su inseparable amigo, Jorge, amigo de largas tertulias y caminatas, dirigía unas palabras a los presentes. No hubiera habido nadie mejor que él para contar, a su manera, cuatro palabras hermosas que hablan de amistad, amor y generosidad. Carlos hubiera sonreído, sin duda. Lo saben hacer muy bien los dos.

Marta y Aurora, sus hijas, nos contaron las últimas palabras de su padre, entre ellas, hacer de este mundo un lugar mejor; él lo consiguió dejando su legado a todos los que le conocimos y aprendimos de sus virtudes: Resiliencia y generosidad. Es una misión para AGAE conservar su memoria.

Ahora se sienta al fuego del eterno campamento con Nono, Alfonso, Paco, y tantas y tantos otros buenos scouts que nos dejaron su huella imborrable. ¡Menuda estarán montando allí arriba! Y su prima, en nombre de la familia, quiso dedicarla también unas bellas palabras de agradecimiento a quien consideraba su hermano, más que un primo.  

Hemos hablado mucho estos dos días de sus gestas, de sus compromisos solidarios, de su afán de superación, del coraje para afrontar la adversidad, de su generosidad, de su amor por todo lo que hacía y le rodeaba. Puri, su inseparable compañera, nos lo contaba, nos agradecía la compañía de estos meses, tanto amor recibido. Y nos relataba estos versos del poeta Juan Ramón Jiménez sobre el viaje definitivo, como colofón de unos minutos que guardaremos en nuestra memoria y en el corazón por un scout digno de confianza.

…Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquéllos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquél de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostálgico…
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.

Descanse en paz en el eterno campamento.

¡Hasta siempre jefe, compañero, amigo!

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