Con puntualidad germánica llegan los participantes del XIII Encuentro federal de AISG Andalucía, procedentes de Granada, Jaén , Málaga, Sevilla y los anfitriones de Córdoba, en total 46 personas, al albergue de Inturjoven situado en un antiguo convento en el corazón de la Judería. Dejamos las maletas y otros enseres en la sala Catedral del albergue y nos reunimos en su hall donde les damos la bienvenida y desde donde partimos a las 10.15 de una explendida mañana primaveral de finales del mes de enero, en dirección al Alcázar de los Reyes Cristianos comandados por nuestro guía local, el “juglar” Pepe Tudesqui.
La primera parada la hacemos en la explanada del patio de armas del Alcázar donde Pepe Tudesqui va esbozando, con esa gracia que le caracteriza, los diferentes entresijos de la historia, mezclando con ingenio y donaire anécdotas, historias y batallitas.
Nos dirigimos hacia el sur buscando al Gra río para entrar el el Alcázar por la nueva entrada, la puerta barroca por fuera y almohade por dentro, que da acceso al patio de las mujeres. Continuamos por varias estancias destacando entro todas ellas la sala de los mosaicos donde se expone la jolla de la corona, los magníficos mosaicos extraídos de varias villas romanas bajo la plaza de la Corredera, así como, el sarcófago de las Puertas de Hades de origen romano del siglo III de exquisita talla en mármol de Carrara.
Salimos al exterior del Alcázar, primero al recoleto patio morisco y luego a los extensos y bonitos jardines del Alcázar, donde entre el aroma de las flores y el murmullo de las fuentes cayendo sobre los estanques de agua encandilan a más de uno que los visita.
Dejamos al Alcázar y al río a nuestras espaldas y nos dirigimos a otra pequeña joya, que no por escondida es menos hermosa. No referimos a los baños califales del antiguo Alcázar andalusí, donde la sala fría, templada y caliente se resguardan entre viejos muros y bosques de columnas.
Después de esta mañana de historia y cultura volvemos al albergue para tomar posesión de nuestras habitaciones y reponer fuerzas con un apetitoso almuerzo.
Por la tarde, en la sala Catedral, nos ufanamos en arreglar el mundo dejándolo un poquito mejor de cómo lo encontramos, entre memorias, balances y presupuestos y más de una propuesta de la que destacaba la búsqueda de la paz en el mundo.
Tras la cena, el personal se desperdigó por la noche embrujada de Córdoba, por sus calles y sus tabernas, por la plaza del Triunfo, puerta del puente y puente romano hasta la torre fortaleza de la Calahorra en que sus inmediaciones se celebraba el mercado Ibero Romano. Desde el otro lado del río, con el puente, puerta y mezquita iluminados se observa una bella estampa propia de una postal de recuerdo.
Después de un reconfortante sueño, algunos se levantan antes que el sol buscando, en una fresca mañana, el despertar del día en una silenciosa Córdoba.
La mañana se hace corta, paseando por calles empedradas y plazas recoletas vamos admirando la belleza de esta ciudad milenaria entre historias y anécdotas que nos va desgranando Pepe Tudesqui. Del patio de los naranjos de la mezquita, calleja de las flores, calleja del pañuelo, plaza Jerónimo Paez, plaza del Potro hasta la magnífica y castellana plaza de la Corredera. Es mediodía. Hora perfecta para un refrigerio en esta encantadora plaza disfrutando del sol primaveral de enero. Continuamos por el templo romano de la calle “nueva”, plaza de las Tendillas y de ahí a la laberíntica y coqueta calleja de la Hoguera formada por la confluencia de dos azucaques en un recoleto patio y, por último, al albergue.
Reponemos fuerzas con un almuerzo merecido mientras comentamos las anécdotas de la mañana.
Ya solo queda felicitarnos por lo vivido en estos dos días y emplazarnos a reunirnos en breve tiempo, para ello formamos un círculo, en el bello patio del albergue, entrelazando brazos y piernas mientras cantamos “…entonces hasta luego es decir mejor que adiós”.